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EL BLOG DE UN LIBERTARIO

LÓGICA DE GUERRA

Tras la aprobación de la Ley Orgánica de la Educación con un amplio apoyo parlamentario y social, el Partido Popular (contrario por principio a cualquier norma progresista en materia social) se ha descolgado con el siguiente anuncio: en todas y cada una de las Comunidades Autónomas en las que gobierne, los alumnos recibirán la formación que disponga el propio Partido Popular desde su sede en Madrid.

Con este anuncio, la derecha asume que su discurso político carece de sensibilidad autonómica, pues suprime la capacidad de autogobierno que la Constitución reconoce a las Comunidades y la propia LOE, sometiéndola a los dictámenes centralizadores y centralistas de la capital del Reino. Así pues, se confirma que la derecha prefiere el sucursalismo al autonomismo, neutralizando el poder descentralizador que promueve el Titulo VIII de la Carta Magna. 

Pero hay más. Formando una piña y encastillándose en los territorios que controla, la derecha reedita explícitamente la partición de España entre un bando nacional, que permanecería en sus manos, y un bando infiel, que habría que reconquistar (en las urnas, o por cualquier otro medio). No soy yo, quien emplea términos bélicos para plasmar el antagonismo que padece este país desde el 14-M: el propio Manuel Fraga, durante la campaña de las recientes elecciones a la Xunta, habló de Galicia como de una “Covadonga” (sic) cuya retención significaría el inicio de la reconquista popular de España.

 

Perdido el bastión atlántico, ahora al PP sólo le queda la “ancha” Castilla como núcleo duro de una “resistencia nacional-católica” a partir de la cual reconstruir el Imperio perdido. La política (real y propagandística) que sigue Esperanza Aguirre en el gobierno de la Comunidad parece confirmar esta funesta perspectiva: irredentismo frente al Gobierno central, proclamas anti-progresistas, declaraciones gruesas sobre la corrupción… 

 

A pesar de los augurios, cabe dudar que esta lógica de guerra emprendida por la derecha más radical de la historia de la democracia en los últimos meses cale entre los ciudadanos de un país que, tras treinta años de paz, no están dispuestos a dejarse engatusar por los cantos de sirena de los cainitas de siempre.

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