Blogia
EL BLOG DE UN LIBERTARIO

TIBIOS E INCENDIARIOS

Ya no quiero distinguir entre izquierdas y derechas, españoles y romanos, laicos y beatos: ahora voy a hablar del orbe partido en dos, entre tibios e incendiarios.

Los tibios están en el centro, todo gravita a su alrededor. Son los funcionarios, los empleados de banca, las amas de casa. Buscan la equidistancia respecto a los extremos y huyen de las aristas peladas como de la peste. Son sensatos, insulsos, apuestan por la moderación más por pereza que por elección. Pactan, no por generosidad, sino porque les repele la cruzada, el envite, la confrontación. Son el Pueblo llano: los que tienen poco que ganar si cambian las cosas, y por eso apuestan por la inercia y el caballo ganador. Esa es la razón de que, quien conquista al ciudadano tibio, tiene media contienda ganada en la carrera por la elección.

Luego están los incendiarios, de un lado y de otro. Gentes con grandes convicciones, propugnadas con retóricas sonoras: son los que se envuelven en las banderas, los que gritan mucho, los que zarandean, los que interrumpen siempre la conversación, los que se creen depositarios de las esencias patrias, aunque su patria ya haga tiempo que cambió de faz y pensamiento. Estos amigos de la llama y del clamor, por desgracia para ellos y fortuna para los demás, son siempre los menos: eso les vuelve especialmente inoperantes, de manera que tratan de prenderle fuego al orbe para que todo el mundo arda con ellos.

Ahora bien, comoquiera que el Pueblo tibio se aleja de cualquier postura extrema a no ser que ésta se ubique de nuevo en el centro (de ahí el proverbial "chaqueterismo" español), tienen pocas esperanzas los amigos de la cerilla y el mechero. Es más, cuanto más se enardecen, mayor es su aislamiento y su encono en predicar en el desierto.

De manera que, amigos tibios de izquierdas y derechas, frente a las palabras necias de los incendiarios, no apelemos a nada ni a nadie: limitémonos a que los acontecimientos sigan su manso curso hacia su desembocadura, la del apaciguamiento final de todos los discursos, hermanados en su común inanidad efectiva.

0 comentarios